Hace ya casi tres semanas que participamos en el encuentro “Fem un café”, que organiza una vez al mes, en el CC. del Sortidor, el Pla Comunitari del Poble Sec a través de su Comisión de Convivencia. La idea consistió en llevar los paneles de la exposición móvil sobre Plaça de las Navas que utilizamos en el TrocaSec de noviembre, y en proyectar, tras su consulta por parte de los asistentes, Aquí es aparcamiento.

El objetivo de la pieza y del Taller de Ficció es abrir diálogos y debates en torno a temas y problemáticas que se sitúan en la cotidianidad del barrio, mediante la generación de narrativas audiovisuales y otras acciones de trabajo colectivo y visual. En este caso, el cortometraje se presentaba ante un grupo de vecinos y vecinas. La charla posterior fue una buena oportunidad de desgranar varias controversias sobre el espacio público, tales como el modelo de plaza dura y los vacíos relacionales que produce, el modelo de barrio y la necesidad de la vida en las plazas como escuela del “estar juntos”, y cómo las dinámicas metropolitanas diseñan y generan espacios urbanos poco cómodos para el encuentro con el otro. El acto nos comportó un reto y una oportunidad, puesto que era la primera vez que la pieza se presentaba ante personas con las que quizá no tenemos tantos nexos en común, o con las que no compartimos los mismos códigos lingüísticos y visuales.

Una cuestión interesante que se planteó era sobre si Aquí es aparcamiento trata sobre la convivencia en Navas. Nosotros pensamos que la pieza “trabaja” la convivencia que determina el modelo de diseño urbano y en razón de las identidades que pueblan o se instalan en el barrio. Esto, en buena medida, se hace explícito en cómo aborda la relación de tres personajes con un mismo lugar, enfatizando el parking de debajo; lo hace, además, a partir de los discursos que atraviesan el Poble Sec, de tal modo que cabría considerar la nueva plaza una “tapadera” cuyo diseño se corresponde más bien con una piel que recubre el aparcamiento y que resultaría de un proceso caótico cuya finalización se realizó con prisas (recordemos que las obras duraron más de un lustro y provocaron un enorme cansancio en quienes vivían allí).

El uso actual de Navas se enmarca en un tablero previo que no da cabida a la diferencia como eje central del espacio público, ni a otros usos potenciales; se trata de una maqueta, cuya construcción supone el paradigma del diseño político del espacio público. Pero una maqueta no es otra cosa que una ficción en tres dimensiones, con implicaciones directas en la realidad y en las personas. La pregunta subsiguiente nos parece fundamental: ¿cuándo podremos tocar también estos mecanismos de ficción y generar nuestras propias plazas? El problema, a fin de cuentas, no sería la convivencia sino la desigualdad constitutiva que la atraviesa.

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